Todos los años cuando llega la Navidad, en vez de centrarnos en disfrutar con la familia, amigos, de las cenas y las comidas; nos enfocamos en las calorías que vamos a consumir, los kilos que vamos a coger… y esto no puede seguir así.
Hay mucha gente (más de la que pensamos) que en estas fiestas tiene un gran sentimiento de culpa por haber comido de más, hasta el punto de decir que no a una cena, solo por no ingerir calorías que encuentran “innecesarias”. También hay personas que sí que asisten, pero con una dieta estricta y con ese sentimiento de que no deberían haber asistido. Todo ello, al final es contraproducente porque estás conteniendo tus impulsos y al final no disfrutas. Además, es perjudicial para la salud porque estas personas son las que luego se pegan atracones por haberse reprimido tanto tiempo, y esto tampoco es bueno.
Para no tener ese sentimiento, un ejercicio que podemos poner en práctica es que a la hora de comer ese alimento al que le tienes tanto miedo, podemos hacerlo muy despacio para saborearlo bien y ser conscientes de lo que estamos comiendo, es decir, no comer rápido para “que pase ya ese mal trago”. Meternos en la boca pequeños trozos de comida y masticar despacio dejando los cubiertos encima de la mesa entre bocado y bocado. Debemos enfocarnos en la textura, olor y sabor de ese alimento y así tendremos una actitud muy diferente ante la comida gracias a esta técnica.
Otro aspecto ideal sería que después de esas grandes comidas, te cocines una cenita ligera y hagas un poco de deporte. Puedes hacerte una crema de verduras con marisco o,
una ensalada con huevo y atun o una pechuga de pollo a la plancha y un yogur y al día siguiente salir a caminar un rato antes de ir otra vez con tu familia.
Si ves que se te solapan comida y cenas, ¡no te preocupes, no es el fin del mundo! Tú disfrútalo y cuando se acaben las fiestas comes un poquito más sano y haces un poco más de deporte.
Aunque siempre se dice que debemos disfrutar, tampoco debemos pasarnos porque todos los excesos son malos. Recuérdalo siempre para todos los aspectos de tu vida. Tenemos que encontrar el punto medio.
Ya que estamos en unas fechas tan señaladas e importantes, deberíamos disfrutarlas sin culpa. ¡Una vez al año no hace daño!